martes, 19 de septiembre de 2017

EL MUNDO POR SOMBRERO: PRÓLOGO DEL AUTOR


El mundo por sombrero, de Francisco Javier Rodríguez Barranco
Estructurado en dos tomos:
-          Del Gran Bazar al mar de Coral
-          De las antípodas a Salvador de Bahía
Ediciones Azimut
Año de publicación: 2017
880 páginas, en total, con un extenso reportaje fotográfico




                Tal y como descubrirá con facilidad el aguerrido lector cuando llegue al primer punto y aparte de esta esforzada historia, esto no es el Lonely Planet. Y si, dotado de un espíritu aventurero sin par, desbroza la maraña de palabras que se ofrecen a su benevolencia, no necesitará muchos párrafos para comprender que esto tampoco es un diario de viaje. A ver, que yo no digo que esto sea una pachanga. Para nada. No, no, ni mucho menos: esto es un libro muy digno. Es sólo que se ha escrito dentro de unas coordenadas estéticas que quizá necesiten un comentario somero previo.
                Cuatro son los puntos cardinales desde los que cabe abordar la lectura de este viaje alrededor del mundo, todo ello dentro de una premisa básica: he huido con especial cuidado de la descripción de lugares sobradamente conocidos, o que pueden ser conocidos consultando cualquiera de las guías que la industria editorial pone a disposición de los ciudadanos. No sé, me pareció que no tenía sentido decir lo ya dicho. Mas enumeremos sin demora más esos ejes de azimut dentro de los que se ha inscrito la redacción de estas páginas:

                —En primer lugar, todos los comentarios Facebook mediante los que mantuve entretenidos —espero— a mis incondicionales seguidores y que no he tenido el menor pudor en recopilar minuciosamente para integrar el cuerpo de este libro. Estos pasajes, más o menos sucintos y a los que, si se definieran con una sola palabra, cabría categorizar como "desvaríos", vienen introducidos por su propio título y no es raro que acaben con la muletilla "Mis mejores deseos", o algo por el estilo. Quiero con todo, señalar que cuando a mediados de mayo de 2014 me puse a copiar y pegar esos comentarios, una parte significativa de ellos había desaparecido de la red social, ignoro por qué motivo, así que si algún día coincido con Mr. Zuckerberg en un congreso, o aunque no sea nada más que una convención de chanclas de playa o flip flops, ya le interrogaré acerca de tan singular evento.


                —Un segundo bloque de textos lo componen aquéllos que aparecen bajo el epígrafe LIBRO DE NOTAS y que sí se aproximaría bastante a lo que convencionalmente se entiende como un diario de viaje, si bien sería, en todo caso, un diario bastante irregular, muy poco disciplinado en cuanto a las fecha de su gestación, aunque procuré que todos los grandes bloques de lugares por los que pasé quedara reflejado en esas páginas. Si hubiera que buscar una categoría genérica para estas precisiones cronológicas, yo utilizaría el término "reflexiones".

                —Una tercera posibilidad es la de las narraciones que con mayor o menor fortuna se me iban ocurriendo mientras transcurría el viaje, también de manera bastante irregular. Relatos breves e incluso microrrelatos, que fácilmente pueden etiquetarse mediante el lexema "ficciones".
                —Aunque pueda parecer extraño, desvaríos, reflexiones y ficciones comparten un hecho esencial, y es el de su nacimiento al calor del paso por los lugares que iba conociendo, pero me queda aún un cuarto ángulo desde el que han sido observadas estas vicisitudes viajeras. Se llama Mags, a quien conocí en el centro de mi aventura en la India y con quien compartí itinerario en el paso por USA, así como en el recorrido por los Andes centrales, es decir, La Paz, lago Titicaca, Cuzco y Machu Picchu. Es por ello que las páginas dedicadas a estos lugares fueron escritas varios meses después de estar en ellos. Ay, ay, ay, qué momentos, qué momentos en Norteamérica y en Sudamérica. Pero no adelantemos acontecimientos, aunque estemos en un prólogo.


   
            Configura todo ello una especie de tubo caleidoscópico desde el que hilvanar una serie de impresiones personales, que es, en definitiva, de lo que se trata. 
                ¿Que por qué me gusta viajar? Pues vaya pregunta: facilísimo ¡Ojalá todas las preguntas fueran así de fáciles! Me gusta viajar porque en esos momentos me sucede como en los carnavales, sólo que al revés, puesto que en estas fechas la gente se enmascara en lo físico para desenmascararse en lo psicológico, siendo así que cuando uno está fuera, rodeado de gente extraña en un contexto que no es el nuestro habitual, es como si desapareciera súbitamente ese pesado lastre del papel que se supone que tenemos que cumplir constantemente en nuestras coordenadas de referencia. Con otras palabras, cuando estamos de viaje, nos quitamos la máscara psicológica para ser físicamente lo que de verdad nos apetece ser, sin rendir cuentas a nadie y casi que me siento tentado de afirmar que cuando nos vemos a solas con nosotros mismos en otros lugares favorecemos la presencia de ese niño que todos llevamos dentro, pero quizá sea mejor que contenga aquí el espasmo entusiasmado de mis dedos sobre el teclado. Ligero, ligero, muy ligero me siento cuando viajo. Los viajes, además, permiten una perspectiva muy balsámica sobre las inquietudes de la cotidianeidad.


                Pero hay más, porque excepto cuando llevamos nosotros las riendas del vehículo (conduciendo un coche, pilotando un barco, etc.), los viajes me parecen la pasividad más activa que podamos imaginar: en las butacas de los pasajeros, que es donde verdaderamente me apetece estar, los paisajes o las nubes pasan mientras nosotros no estamos quietos: sentados, pero en marcha. Un inmóvil en movimiento, que subvierte el postulado aristotélico del Primer Motor Inmóvil.

          El mundo, y por lo tanto la vida, pasan ante nuestros ojos, mientras la butaca delantera sigue ahí, tal cual, en la misma posición relativa con respecto a nosotros en que estaba cuando ocupamos nuestro asiento, de todo punto ajena a ese inabarcable cúmulo de intuiciones que pasa por nuestra mente y por nuestro espíritu en tales momentos: salvo el cuerpo, toda nuestra persona disfruta en un viaje. Al otro lado de nuestro medio de locomoción, otro mundo, y por lo tanto otra vida, nos espera. Cada día me gusta más el transporte colectivo.

                Lo bueno del caso es que ahí, en ese nuevo mundo, o en esa nueva vida, la creatividad se intensifica. Pongamos el ejemplo de la fotografía, que ya sé que se trata de algo muy obvio, pero es que algo así como el ochenta por ciento de las fotos que hago se toman cuando estoy de viaje. La vida diaria está llena de infinitas posibilidades, sobre todo para el tipo de fotografía que mejor se adapta a mis preferencias, es decir, las escenas callejeras, pero salvo circunstancias muy especiales sólo hago fotos cuando estoy fuera.


             Puede que no sea más que una manía personal, pero estoy contando las cosas según me suceden. Aunque no sólo la fotografía: la creación literaria también se acrecienta en esas circunstancias. Es muy raro que regrese de un viaje sin algún texto nuevo en el disco duro del ordenador portátil. Si bien igual que digo una cosa, admito otra, y es que la gran perdedora de todo esto es la lectura, porque la ansiedad de conocer sitios nuevos, de ver personas diferentes es tan grande, que me cuesta muchísimo trabajo concentrarme cuando estoy fuera, porque no soy un viajero de grandes monumentos: más bien de pequeños rincones y gente, gente, gente, mucha gente diferente. Otras personas vivirán todo esto de otra manera, me refiero a lo de la no lectura en los viajes. Es lógico. Ya me gustaría que me sucediera a mí lo mismo
               
         Cuando estamos fuera, al menos esto sí me ocurre, y nos cruzamos con toda naturalidad con personas completamente diferentes, sobre todo cuando se viaja a lugares lejanos, nos sentimos también como piezas naturales de esa diferencia y esta sensación suele venir acompañada de una gran serenidad. Es lo más parecido a esa búsqueda de la paz interior y la reconciliación universal que ahora están tan de moda dentro de todas estas corrientes de espiritualidad alternativa. Un viaje permite comprender la relatividad de nuestros postulados más arraigados y la mera intuición de la viabilidad de lo extraño puede ser una de las más beatíficas experiencias.

                Viajar es también una manera de irse. Hay un cierto componente de desaparición, de abandono, de ruptura que cada día percibo con mayor claridad, sobre todo cuando los viajes se piensan sin fecha de vuelta, o al menos sin el deseo de volver. Un viaje es el no estar, el diluirse. Un viaje es lo evanescente y lo efímero. La decisión voluntaria de ser otro en otro lugar, porque en el mismo lugar resulta mucho más difícil. Un viaje implica buscar aires menos viciados para respirar, sumergirse en las frías, aunque deliciosas, aguas de la ignorancia y el ser ignorado. Un viaje puede ser un recomenzar, o un lifting psicológico. Un viaje puede venir con el aroma de los amaneceres a las siete de la tarde o con el estigma de los tiempos perdidos. Un viaje, pues, puede ser esencia sin existencia, o al menos sin la existencia conocida.



Francisco Javier Rodríguez Barranco



Algunas opciones de compra:



domingo, 10 de septiembre de 2017

CUENTOS MARENGOS: PRÓLOGO



Cuentos marengos, por varios autores malagueños
Ediciones Azimut
Año de publicación: 2017
336 páginas
Imágenes de portada, contraportada y lomo: Anais Angulo Delgado



            Aquí cada uno que piense lo que quiera, pero hace varios miles de año la civilización no se hubiera transportado sobre carros de bueyes, y no es que tenga nada contra los bueyes, por supuesto.
     Por eso era necesario que los seres humanos del momento se embarcaran, nunca mejor dicho, en aventuras de resultado incierto en unas naves, cuya tecnología no estaba del todo mal, habida cuenta, sobre todo, de las posibilidades de la época.


            Desde el punto de vista mediterráneo y occidental es de justicia que nos sintamos agradecidos con este mar, pero no fue el único, puesto que las navegaciones de los chinos por el hoy llamado océano Índico rebasan en un par de milenios las de los fenicios, que ya es decir. Mucho más impactante me resultó el caso de las Islas Fiji cuando las visité hace tiempo, dado que ahí aseguran que fueron pobladas por africanos procedentes de su ribera oriental, que emprendieron ese periplo por razones que hoy día todavía nos resultan desconocidas. Incluso veneran con actitud casi religiosa el punto donde se produjo el primer desembarco. En general, la historia de los Mares del Sur se construye de esa manera: singladuras arriesgadas de una isla a otra, salvo Australia, cuyo desarrollo es de otra índole, vinculado al mar, ni que decir tiene, pero de manera diferente.



            En el planeta Agua, por tanto, todas las civilizaciones buscaron siempre construirse alrededor de ese elemento, bien en oasis en el desierto, bien en la proximidad de cuencas fluviales, bien directamente en puertos junto al mar, que ha sido evocado por escritores de todas las épocas bajo muy diferentes puntos de vista: desde los miles de barcos que movieron los griegos en pos de Helena de Troya, dando así origen al primer  texto conocido de nuestra cultura, hasta el intimismo de las historias de amor de Gara y Jonay en las Islas Canarias o los maorís Hinema y Tutanekai en Aotearoa, actual Nueva Zelanda, pasando por la mitología de Simbad, el Marino, o toda las peripecias de los Mares del Sur. Grandes, grandes Stevenson y Conrad.





            Llegamos así a la trimilenaria Málaga, que ha celebrado en 2017 el bicentenario de su emblemática Farola y cuya fundación se debe a las navegaciones en el mar Mediterráneo, donde un grupo de escritores ahí afincados se proponen pues lo que han hecho siempre: respirar el aire salobre de la brisa local, sólo que ahora plasmándolo en un conjunto de relatos y compartiéndolo con los lectores, puesto que, al fin y al cabo, la literatura es un medio de comunicación y para que funcione hace falta un receptor del mensaje.



            En cuanto a la intrahistoria de la obra, he de señalar que se trata de un proyecto largamente acariciado por algunos de los autores incluidos en él, pero que, por una razón u otra, la nave no lograba zarpar. En el pasado verano, Ángel Domínguez y este humilde coordinador, sentados ante la puerta del infierno —infierno en las temperaturas, quiero decir—, como si de Dante y Virgilio se tratara —con la natural modestia que nos caracteriza, por supuesto— decidimos soltar amarras e intentarlo de nuevo, sólo que, en vez de la barca de Caronte, preferimos la fragilidad de una jabega mediterránea.

           Derrochábamos entusiasmo, cada uno por su lado, y nos dirigimos a lo más granado de la narrativa malagueña con afanes de enrolamiento y, para gran sorpresa de ambos, al menos para gran sorpresa mía, nos contestaron casi todos, no necesariamente en sentido afirmativo, pero ambos —ahora sí que puedo afirmarlo con rotundidad— agradecimos todas las respuestas recibidas. A partir de ahí, los vientos nos resultaron favorables y apenas tuvimos que señalar las coordenadas espacio-temporales para llevar la nave a puerto seguro: en la sentina de marinería se respiraban buenas vibraciones.

           Pero se ha querido que asistiéramos a una realidad que se descompone como un fenómeno de refracción de la luz blanca a su paso por un prisma, porque del mar surgen las islas, en sentido literal o metafórico, que pueden ser el espacio natural para la utopía o la región propia de la pesadilla. De ahí que no todos los sentimientos sean gozosos en este libro, sino que la proximidad del mar se resuelve unas veces permitiendo aflorar las más bajas pasiones, mientras que otras es el escenario de una historia de amor, de una leyenda, o de ambas.
  
          Personas-islas, en definitiva, pueblan las páginas de Cuentos marengos lo que nos permitirá un acercamiento al ser humano desde muy diferentes opciones entre las que se encuentran la socarronería, la nostalgia, la duda, el drama, la fantasía e incluso la evocación futurista, valga la paradoja, puesto que de lo que se trata es de poner rumbo a esa Humanidad-Mar en la que habitamos.

            Todos los trabajos arribados a este libro han pasado por un proceso de selección y han sido elegidos, inicialmente los autores y luego los textos, en función de su calidad, obviamente, pero también bajo la consideración de cómo apuntalaban la pluralidad de voces que se perseguía. Sin embargo, como ya habrá podido comprobarse, no he querido particularizar a ningún cuento mis razonamientos en estas páginas introductorias, ni mucho menos extraer citas de los textos, puesto que habría tenido que mencionar a todos y eso quizá hubiera oscurecido lo que se pretende en estas líneas, es decir, plantear las ideas básicas de este libro donde, eso sí debo decirlo, conviven con total naturalidad autores con un importante recorrido literario, reconocido en importantes en importantes certámenes, y otros cuya obra no ha gozado aún de la difusión que merece. Poco a poco.



            En cualquier caso, la tripulación de Cuentos marengos les da la bienvenida a este libro y les desea una feliz lectura.


Francisco Javier Rodríguez Barranco

AUTORES:

Javier Noriega Hernández

Lola Clavero

Francisco Eduardo Conde Ruiz

Salvador Domínguez Ruiz

Raelana Dsagan

Guadalupe Eichelbaum

Juan José López Gallego

Herminia Luque

María Teresa Morillas García

Gabriel Noguera

Miguel Ángel Oeste

Loli Pérez González

Francisco Javier Rodríguez Barranco

José Antonio Sau Martín

Margarita Souviron



martes, 5 de septiembre de 2017

50 PELIS DE HOY (2011 - 2015): PRÓLOGO DEL AUTOR



Autor: Francisco Javier Rodríguez Barranco
Ediciones Azimut
Año de publicación: 2017
352 páginas
Fotos del Festival de Cine de Nashville: Mags Kandis

            Bueno, tampoco creo que fueran exactamente 50 las famosas sombras, que quizá deberían haberse traducido por ‘oscuridades’, que es otra acepción que permite el nombre original en inglés, shades, y que a mí personalmente me parece más ajustado al libro, primero, y película, después.
            Pero no voy a ponerme demasiado tiquismiquis con lo de las traducciones de los títulos cuando yo mismo no he sido capaz de cumplir con los tres parámetros básicos mediante los que quería definir este libro. Y es que 50, lo que se dice 50, no son exactamente 50 los largometrajes analizados en este ensayo. Consciente de que no sería capaz de satisfacer ese criterio básico, intenté, al menos, que fueran 50 los artículos contenidos, pero que si quieres arroz, Catalina. Y el caso es que lo tenía más o menos controlado hasta que me surgió la oportunidad de ir a la segunda mitad de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y ahí ya sí que resultó imposible someterme a cualquier tipo contención, porque fueron tantas las películas de calidad que se ponían al alcance de mis ojos y tan cargadas de sugerencias, que no pude mantener la coherencia conmigo mismo, pero de verdad, que si se coteja el índice con serenidad, se comprobará que andaba todavía por el artículo cuarenta y muchos cuando empecé las reseñas sobre la SEMINCI.


           De todos modos, ya había incumplido las otras dos coordenadas, porque pelis no son. Creo que he tenido la inmensa fortuna de disfrutar de una amplísima selección de señoras películas, a quienes cualquier diminutivo les resulta injusto. Tan sólo a mí se me ocurre utilizar un término tan familiar para categorizar a estas auténticas maravillas que expongo ahora a la benevolencia del amable lector. Tuve dudas con dos o tres, que ya se verá en el texto cuáles fueron, acerca de si incluirlas o no en este análisis, pero creo que todas ellas son una muestra algo más que honrosa del cine que hemos podido disfrutar en los últimos años, si bien de manera relativa, pues muchas de estos filmes son carne de festivales y poco más. Si llegan a las salas comerciales, lo hacen en locales tan sólo conocidas por una inmensa minoría, lo que no deja de producirme una cierta sensación de tristeza.


              Y tampoco son de hoy en el sentido estricto con el que quise arropar esa idea, es decir, películas estrenadas entre 2011 y 2015, pero es que no podía dejar fuera de este estudio El gran Lebowski, de los hermanos Coen, caramba. No se me puede pedir eso.


Iba a ser ésta, por tanto, la única transgresión a mi propia regla, pero de nuevo tropecé con la SEMINCI y ¿quién se atreve a excluir Nubes pasajeras, de Aki Kaurismäki en un libro que pretende ser un homenaje al cine, de nuestros días, pero cine, sobre todo cuando en Valladolid me lo pusieron tan fácil? Que vamos a ver, que yo no pretendo echarle la culpa de todos mis incumplimientos a esa semana de cine, pero es que no ayuda a mi ética como ensayista que me pongan las vulneraciones de mis propias consignas tan fáciles. Y no fueron sólo las dos películas recién mencionadas las únicas inobservancias: hay alguna más, no muchas, pero alguna otra hay anterior a 2011. Ya lo comprobarán ustedes. 
              Total, que al final, ni 50, ni pelis, ni de hoy. En fin. 


         He procurado también dar cabida al mayor número posible de géneros cinematográficos, con el natural recelo que me inspira la palabra “género” referida a una actividad artística, pero de lo que se trataba era de abordar el mayor número de opciones a nuestro alcance.
            En cuanto a los criterios de selección, ha habido uno básico, que es el de la propia calidad artística, pero han existido otros, como el de que fueran largometrajes que enlazaran con determinadas cuestiones ideológicas o culturales. Otras películas han sido elegidas porque eran buenas películas, es decir, con arreglo a un criterio meramente cinematográfico, porque al fin y al cabo, se trataba de escribir un libro de cine, pero sí que he dado gran importancia a lo que decía antes: las referencias conceptuales o estéticas con las que podía relacionar cada uno de los filmes analizados. Creo que de esa manera se concede al cine el lugar que le corresponde en el conjunto de las artes o las ideas del hombre.
            Y aunque son más de 50, significativamente más de 50 (lo siento)  las películas analizadas, no son todas las que he visto durante los últimos años. Gozo del privilegio de ir al cine con regularidad y es un placer del que no me gusta privarme. Podía haber completado un libro por año, y quizá en ese caso si hubiera sido fiel al número 50, pero no quería que esto fuera un anuario en el sentido estricto de la palabra, sino más bien una visión a una escala mayor de cómo se está desarrollando el cine, el cine de calidad obviamente, en nuestros días. Así que intenté que, como suele comentarse en estos casos, no estuvieran todas las que son, pero sí fueran todas las que están.


            Al final del libro ofrezco un apéndice con las fichas técnicas de las películas según aparecen en el texto, pero dejo ya las prometidas semblanzas fílmicas a su entera disposición y finalizo un prólogo que me propuse que no fuera superior a una página, pero ya se ve que la fidelidad a mis propias convicciones no es lo mío.


sábado, 2 de septiembre de 2017

UN AÑO DESPUÉS: EDICIONES AZIMUT, LOS LIBROS CON MUCHA VIDA




          Hace un año divulgamos los títulos aparecidos durante los veinte primeros meses de Ediciones Azimut.

         He aquí un vídeo con algunas de las obras de este sello:



         Nos proponemos ahora difundir los libros publicados durante los últimos trescientos sesenta y cinco días, organizados por colecciones, cada cual con su sinopsis:

         COLECCIÓN 5 Y ACCIÓN (dedicada al cine):

        
50 pelis de hoy (2011 - 2012), de Francisco Javier Rodríguez Barranco

         SINOPSIS:


Cuando leo las opiniones de la crítica cinematográfica, o las escucho en la radio, observo que se hacen análisis demasiado endogámicos, quizá porque los elementos intrínsecos del Séptimo Arte, como la interpretación, el montaje, o los guiones dificultan la intuición de los logaritmos filosóficos en que se inscribe el cine de calidad. Se impone, pues, expandir el horizonte fílmico más allá de las secuencias gráficas. Un ensayo en el que cada película analizada componga una folía trascendental.

Para ello se han elegido largometrajes de todos los continentes habitados, se ha procurado dar cabida a un gran número de géneros cinematográficos y se han buscado películas memorables que enlazaran con determinadas cuestiones ideológicas o culturales.



COLECCIÓN KANDIS (dedicada a los viajes):





Eslabón de papel, de Guadalupe Eichelbaum


SINOPSIS:


“Lo que llamamos en otros pecado, consideramos en nosotros como experiencia”, Ralph Waldo Emerson. Así empieza todo, con una frase impresa en un marcapáginas que va pasando de mano en mano insertado entre las hojas de un libro o escondido en un cajón de un hotel. Ése es el eslabón de papel de la cadena que engarza a los personajes de esta novela. Cada persona que lo recibe lo lee y lo interpreta de una manera distinta según su forma de ser y sus circunstancias. Es el nexo de unión entre los personajes: la madre cuya maternidad es su razón de ser, el psiquiatra que recuerda un episodio de su niñez, la joven que viaja en tren, el hombre que propina una patada a su propio perro…
Una variada gama de personajes e historias que no dejarán indiferente al lector, que le llevarán a pasar de un lugar a otro y de una mente a otra en un viaje intenso.
Como dice Helen en el capítulo “Navegar”: “¿Cómo vamos a considerar pecado nuestra experiencia si nosotros sabemos por qué hacemos lo que hacemos? Si, tristemente, somos conscientes de que no hemos tenido ocasión de hacerlo mejor, de actuar de otra manera”.

El mundo por sombrero, de Francisco Javier Rodríguez Barranco

Se trata de la crónica bastante caleidoscópica de un viaje alrededor del mundo organizada en dos tomos:

TOMO I: Del Gran Bazar al mar de Coral

TOMO II: De las antípodas a Salvador de Bahía

SINOPSIS TOMO I:



Imágenes caleidoscópicas, sí, puesto que, tal y como descubrirá con facilidad el lector, varias son las opciones  desde las que cabe abordar la lectura de este periplo circumplanetario:
     —En primer lugar, todos los comentarios Facebook mediante los que mantuve entretenidos —espero— a mis incondicionales seguidores y que no he tenido el menor pudor en recopilar minuciosamente para integrar el cuerpo de este libro. Propondría para etiquetarlos el vocablo “desvaríos”.
    —Un segundo bloque de textos lo componen aquéllos que aparecen bajo el epígrafe LIBRO DE NOTAS y que sí se aproximaría bastante a lo que convencionalmente se entiende como un diario de viaje, si bien de manera muy poco disciplinada. Con todo, utilizaría para categorizarlos el término "reflexiones".
   —Una tercera posibilidad es la de las narraciones que con mayor o menor fortuna se me iban ocurriendo mientras transcurría el viaje, también de manera bastante irregular. Relatos breves e incluso microrrelatos, que fácilmente pueden englobarse mediante el lexema "ficciones".

    Ahora tan sólo espero la benevolencia de sus opiniones.

SINOPSIS TOMO II:

¿Que por qué me gusta viajar? Facilísimo. ¡Ojalá todas las preguntas fueran así de fáciles! Me gusta viajar porque en esos momentos me sucede como en los carnavales, sólo que al revés, puesto que en estas fechas la gente se enmascara en lo físico para desenmascararse en lo psicológico, siendo así que cuando uno está fuera, rodeado de gente extraña en un contexto que no es el nuestro habitual, es como si desapareciera súbitamente ese pesado lastre del papel que se supone que tenemos que cumplir constantemente en nuestras coordenadas de referencia. Con otras palabras, cuando estamos de viaje, nos quitamos la máscara psicológica para ser físicamente lo que de verdad nos apetece ser, sin rendir cuentas a nadie y casi que me siento tentado de afirmar que cuando nos vemos a solas con nosotros mismos en otros lugares favorecemos la presencia de ese niño que todos llevamos dentro. Ligero, ligero, muy ligero me siento cuando viajo. Los viajes, además, permiten una perspectiva muy balsámica sobre las inquietudes de la cotidianeidad. Casi nada, ¿verdad?

Cuentos marengos, por autores malagueños

Se trata de un libro de autoría colectiva de escritores naturales o afincados en Málaga capital y provincia.

SINOPSIS:

 Uno viaja y normalmente lo hace en avión, sobre todo para trayectos internacionales, pero luego se pone a pensar  y se da cuenta de que en verdad un viaje en avión se diferencia de otro en los uniformes de la tripulación, si es que uno es capaz de recordar dicho detalle, pues tampoco son diferencias esenciales: si al menos usaran los trajes típicos del país donde está matriculada la aeronave.
  Considero por ello que la gran epopeya de los viajes se vive en los trayectos por superficie, aunque no sea nada más que un pequeño recorrido de una localidad a otra, y dentro de estos periplos sobre la cara del mal llamado planeta Tierra permitidme que declare mi veneración por el agua, puesto que el mar en su más amplia acepción es el espacio natural para la aventura, pero también para la evocación intimista. El mar es fuente de vida en el sentido de la evolución biológica, pero también, el eje de la subsistencia cotidiana. En el caso particular del Mediterráneo, ya sabemos todos lo que el mar significa. El mar imprime carácter a las personas que viven junto a él, porque el mar es cada día un nuevo mundo ante nosotros: el mar como nostalgia, el mar como bálsamo, el mar como ironía, el mar como lucha, el mar como leyenda. Pero no veremos rayas, porque, de verdad, ¡qué mal le sientan las rayas al mar!
 El mar, en definitiva, es lo que nos une y no lo que nos separa y eso es exactamente lo que el generoso lector encontrará en este libro.


COLECCIÓN MEDUSA (para libros de excepcional calidad literaria):

Quién te escribía, Cervantes, dime quién era, por varios autores

SINOPSIS:
 


En estas páginas encontrará, querido lector, una poesía y veintún relatos impregnados de trozos de vida, de imágenes y vivencias, en las que cada narrador ha volcado la impronta que Cervantes nos dejó. Algunos de estos narradores ya tienen premios literarios, incluso libros de relatos y novelas publicadas. La mayoría le robamos tiempo a la vida para sentarnos a escribir, para poner sobre el papel unas líneas, por eso esperamos que cada lector reinvente, revalorice y paladee la esencia de cada uno de estos relatos.
La consigna que dio lugar a este libro fue escribir un texto sobre alguno de los personajes de la obra de Cervantes, traerlo a la realidad, o viajar en el tiempo hasta su época, inspirarnos en alguna cita cervantina, o en la propia vida del autor, que fue intensa y llena de aventuras.  Como homenaje al máximo exponente de la literatura española, compartimos estas historias en una lectura colectiva, formada por integrantes de diferentes colectivos literarios.
No debemos olvidar que el propio Cervantes incluyó unos maravillosos relatos cortos dentro de El Quijote, como son el de “La Pastora Marcela”, “El curioso impertinente” o “La historia del cautivo”.
Porque un relato no es un relato hasta que alguien lo lee, y para su autor el hecho de ser leído, es todo.

El amor es un microbio, por Enrique Jardiel Poncela

SINOPSIS:
 


Afirmar que Enrique Jardiel Poncela es un autor de vanguardias es algo tan obvio como leer esta metáfora, perteneciente a ¡Espérame en Siberia, vida mía!: “Se acomodaron al aire libre, bajo un cielo que goteaba estrellas”. Sin embargo, como todos sabemos, las vanguardias se propusieron retorcer el cuello al cisne modernista, siendo así que, según denunció César Vallejo, autor también de la imagen del cisne cuelliretorcido, a base de preocuparse por construir una estética antiéstetica, desembocaron en una preocupación excesiva por la forma sin contenido: antiforma, pero forma. Ése no es el caso de Jardiel, todas y cada una de cuyas palabras son pinceladas del alma humana. Por ello ofrecemos al lector El amor es un microbio, un conjunto de piezas breves de teatro, aforismos, poemas, artículos y cuentos publicados en la revista Buen Humor y Gutiérrez, entre 1923 y 1929, todos ellos acerca de las travesuras del diosecillo ciego.
Manifestaba nuestro autor en la semblanza que hizo de sí mismo en  Amor se escribe sin hache que “publicar y cobrar los versos sinceros es tan sucio como comentar la belleza de la mujer que perfuma con sus cabellos nuestra almohada”; y tan insincero fue, que lo hizo hasta consigo mismo, puesto que nos hallamos ante uno de los escritores más románticos y con más calor humano que ha conocido la historia de la literatura universal, que se valió, eso sí, de uno de los recursos más afilados: el humor.

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